Parque Infanta Elena

Nombre: Parque Infanta Elena

Tipo: Parque urbano

Distrito: Este-Alcosa-Torreblanca

CP: 41016

Situación: junto a la calle Doctor Miguel Ríos Sarmiento

Superficie: 35000 m²

Descripción:

El denominado Parque Central del Polígono Aeropuerto surge de un proyecto del año 1977 que intentaba la creación de una gran zona verde que incluía el arroyo Ranilla y  la parte posterior del  cuartel allí existente (Cuartel de San Fernando). Diversas circunstancias, como la falta de los fondos necesarios así como la aprobación en su día de un plan especial por parte de al Gerencia Municipal de Urbanismo, que reducía la superficie del futuro parque, aconsejaron retrasar su ejecución y  redactar un  nuevo proyecto. Éste  proyecto que no incluía la totalidad de la superficie inicialmente fijada para el parque estimaba en casi 304 millones de pesetas el coste de las obras. Ante esta situación el Ayuntamiento solicitó ayuda a la  Unión europea. Ésta acordó participar en la financiación del proyecto costeando el 70% del total con dinero procedente de los fondos POMAL (Programas Operativos del Medio Ambiente local) mientras que el ayuntamiento aportaba el 30% restante.

El proyecto inicial contemplaba en realidad la revegetación y urbanización de varias zonas próximas entre sí para constituir un gran núcleo verde. En primer lugar la ya señalada, que debía continuarse con la zona que va desde el arroyo ahora canalizado, hasta la autovía de circunvalación de la ciudad (SE-30), constituyendo la denominada segunda fase del parque. Además,  una tercera zona entre el cercano barrio de Torreblanca, la sede de la empresa municipal de Limpieza (Lipasam) y las instalaciones del Parque acuático (de propiedad privada), abarcando una superficie cercana a las 28 has y por último una zona ya muy próxima al aeropuerto. Con ello se pretendía crear un gran parque que fuera el mayor de Sevilla con más de 50 Has.

Con anterioridad al año 1998 en que se inician los trabajos de construcción y trazado, ya existía en  la zona que primero fue convertida en parque,  una considerable masa arbórea que se había plantado para constituir un vivero. A principio de ese año, y con la subvención de la UE de cerca de 213 millones de pesetas, se empiezan a realizar labores tendentes a ampliar algo la superficie existente. Se reforestan para ello casi nueve hectáreas más utilizándose especies de fácil conservación y bajo consumo de agua. También se ejecuta el cerramiento del futuro parque, distinto según lindase con los barrios colindantes (postes verticales como los actuales) o más opaco si se tratara de la zona colindante con el cercano canal.

En el verano de 1999 se ultiman los diversos aspectos del diseño del parque que en principio abarcan en total  una superficie de casi treinta y dos hectáreas comenzándose las obras. Se impermeabiliza la laguna  de cerca de 5000 m² y 500 m de perímetro- que ha aprovechado la existencia de una hondonada natural. Se llena con agua procedente del nivel freático y será posible utilizarla para riegos, contando con una isleta natural en el centro para refugio y anidación de aves acuáticas. Debe también destacarse que las farolas que la iluminan funcionan con energía solar. Así mismo se diseña y construye uno de los elementos más singulares del parque: el denominado centro de recepción y mantenimiento. Edificación que se ha pretendido quede totalmente integrada en el entorno, construyéndola semienterrada y siguiendo las directrices de la arquitectura bioclimática. Es de planta circular y sección tronco-cónica abierta en su circunferencia superior. Exteriormente tiene aspecto de montículo cubierto de césped, con suave pendiente que hace fácil trepar y bajar sobre el mismo e incluso descansar y contemplar la gran masa verde del parque. Interiormente, en torno  al patio central, se distribuyen distintas dependencias relacionadas con su uso. En noviembre de 2002 se instalaron nuevos juegos infantiles  en madera y plástico que tienen la particularidad de distribuirse en dos zonas diferenciadas: una para niños de uno a seis años y otra para los comprendidos entre seis y doce.

Este parque constituye la principal zona verde del denominado Polígono Aeropuerto, una zona al Este de la ciudad, cercana al aeropuerto de donde toma el nombre- también conocida como “Sevilla Este” y con un notable incremento de áreas residenciales y de servicios en los últimos años. El mismo año de 1999  se le dió el nombre de Parque Infanta Elena que en la actualidad ostenta.

Se ha planteado con una fórmula de diseño muy semejante a la adoptada en el Parque del Alamillo, a la vista de la gran aceptación que este tipo de parques tiene entre la población a la que en principio va destinado.

No se ha diseñado, pues, bajo una premeditada geometría que siga planteamientos más tradicionales, como por ejemplo la solución adoptada en los jardines del Prado. No hay ejes de composición ni ordenación rigurosa en las plantaciones. No puede buscarse en ellos la rígida geometría de los estanques o de las fuentes, acompañados de vegetación subordinada a un esquema de fácil replanteo sobre el suelo, en muchas ocasiones  presidido por la más absoluta simetría. No son parques de setos recortados, de parterres o arriates de formas reconocibles; tampoco de glorietas o de sendas rectilíneas delimitadas por bordillos, ni de alineaciones con cuidadas perspectivas, las más de las veces rematadas por un monumento.

Tampoco se sigue la ya clásica fórmula paisajista que enfrenta grandes praderas abiertas de césped a volúmenes arbóreos  cerrados en una estudiada naturalidad. Es cierto que más cerca se encuentra de esta solución que de aquélla otra, pero con algunas variantes o modificaciones que sobre todo lo adaptan a las condiciones del entorno donde se sitúan.

El parque es, antes que nada, una numerosa y extensa arboleda que casi puede calificarse de masa forestal, principalmente a base de coníferas y en particular pináceas, que se distribuye con soltura y naturalidad por toda la superficie del mismo. La recorren sendas curvilíneas de albero compactado sobre árido de machaqueo -apenas ya visible- sin bordillo ni borduras y con acusado peralte a modo de caminos forestales que se adentran con decisión en la arboleda como si de un bosque se tratara. Una laguna - no estanque- es el punto hacia donde tienden a encontrarse todas ellas. Se trata de una zona abierta, más despejada, en contraste con la espesura del resto. La vegetación lacustre acentúa el carácter naturalista que se ha querido dar a esta lámina de agua sin forma regular y en la que nadan y viven en libertad bandadas de patos.

La valla que rodea todo el perímetro del parque y lo cierra está constituida por postes cilíndricos y verticales, espaciados para permitir la vista perpendicular y disminuir la tangente, siguiendo el modelo que se ensayó en el recinto de la Exposición Universal en la isla de la cartuja y que todavía hoy cierra el conjunto de los Jardines del Guadalquivir entre otros; allí era y es de color blanco, aquí se ha pintado en verde. Otros detalles ayudan a acentuar el carácter casi rural que ha querido darse a todo el parque. Los bancos de tablones de madera tratada no se sitúan en los bordes de las sendas, sino dentro ya del manto vegetal que antecede a los árboles, aunque próximos a ellas rara vez guarda relación su posición con el perfil de la senda que les acompaña. Las zonas de juegos infantiles sobre manto de grava se hallan arropadas también por el conjunto arbóreo que las rodea. No se ha podido aún modificar el trazado del tendido eléctrico que en la actualidad cruza el parque. De momento la base de sus postes convenientemente protegida y aislada se cubre con trepadoras (madreselvas).

Además de la gran masa de pinos (Pinus Pinea), es posible encontrar entre la vegetación del parque algunos cipreses (Cupressus sempervirens y Cupressus arizonica), catalpas (Catalpa bignonoides) y algunos eucaliptos y olmos especialmente en las sendas que bordean el lago. También arbustos como adelfas (Nerium oleander) y plumeros (Cortaderia selloana).

Es especialmente agradable contemplar el parque a primeras horas de la mañana o bien al atardecer, cuando casi sin público, el sol muy bajo se cuela entre los troncos de los árboles, dibujando siluetas que recuerdan los perdidos ambientes del campo.