54.-Panteón familia Cisneros-Nuevas

 

Rotonda del Cristo, izquierda, 2ª línea, 2

 

Obra atribuida a D. Balbino Marrón o por algún autor en su línea, de hacia 1853. Realizado en material pétreo en su exterior y revestido internamente con cerámica de tradición sevillana. El edículo de acceso a la cripta del panteón, presenta planta cuadrada, con dos cuerpos, estando el inferior destinado a colocar el dintel de acceso en su cara frontal, y reservando el resto para la colocación de las lápidas que recuerdan a los finados. En el pequeño entablamento que da paso al segundo cuerpo aparece la inscripción que alude a los concesionarios del mismo. En el segundo cuerpo es donde presenta la ornamentación realizada exclusivamente por los escudos de armas de las familias Cisneros y Nuevas que aparecen en el frontal de dicho cuerpo, y en los laterales, al igual que ocurría en el inferior, se colocan laudas sepulcrales. Rematando el conjunto una cubierta a cuatro aguas, en cuyas esquinas presenta acróteras y una cruz latina de gran tamaño en hierro coronándola. Conserva los faroles en hierro que se colocaban en las verjas de los panteones, imagen del siglo XIX desaparecida en nuestros días.

 

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Vista frontal del panteón y detalle de uno de los faroles de las esquinas del panteón Cisneros-Nuevas

 

D. José Mª Cisneros Lanuza obtiene el 15 de junio de 1853, 25 varas cuadradas de terreno para levantar un panteón en el Cementerio de San Fernando, que en 1870 se ampliaría en 5 varas cuadradas más. En 1952 la concesión pasará por herencia de su fallecido padre y dos hermanas, a D. Salvador de Valdenebro y Cisneros y en la misma sesión por fallecimiento de éste a su hijo D. Enrique de Valdenebro Muñoz. En 1989 pasará la herencia de la totalidad del panteón a su hijo D. Enrique de Valdenebro Halcón, y en 1992 tendrá que compartir su heredado panteón con su tío D. Salvador Mª de Valdenebro Muñoz, pasando su mitad a sus hijos en 2005, quedando el usufructo a su viuda Dña. Concepción García de Polavieja Novo.


El concesionario primitivo de este panteón familiar fue D. José Mª Cisneros Lanuza, según aparece inscrito en el frontal del propio panteón. En el mismo, se menciona a su esposa Dña. Manuela de Nuevas y Cotiella, natural de Sevilla. D. José Mª era natural de Montemolín (Badajoz) y desempeñó una destacada actividad militar ocupando el cargo de Coronel de Artillería en el siglo XIX, siguiendo así la tradición familiar que heredara de su padre, D. Jorge Cisneros y Durán, quien fue médico consultor del Ejército, y también continuara su hermano D. Rafael Cisneros y Lanuza, con el cargo de Coronel y Comandante del Cuerpo de Artillería. Como prueba de su religiosidad tenemos constancia documental que tras la supresión de la Iglesia de San Francisco de Paula por la Junta Revolucionaria, pidió para su oratorio privado la imagen de un Crucificado que allí se albergaba. A la muerte de éste su hijo D. Honorio Cisneros, decidió donarlo hacia 1881 a la Hermandad de Las Siete Palabras, siendo trasladado sobre estas fechas a la Parroquia de San Vicente donde hoy se le da culto. En cuanto a su vida familiar, tuvo con Dña. Manuela numerosa descendencia, destacando que tres de sus hijas contraerían matrimonio con tres hermanos de la familia Valdenebro Olloqui. Figura a destacar de éstos a D. Melquiades Valdenebro y Olloqui, casado con Dña. Mercedes Cisneros Nuevas, quien fue Oficial Primero de la Junta Provincial de Beneficencia en el año 1865, y también fue Consiliario antiguo del Cabildo de la Santa Caridad en 1887, dato el cual nos muestra su noble posición en los aspectos asistenciales y caritativos de la ciudad de Sevilla. Uno de sus hijos, D. José Mª de Valdenebro y Cisneros fue un destacado bibliógrafo, bibliotecario y bibliófilo, cursó el Bachillerato en el Instituto Provincial entre 1872 y 1877, hasta que en junio de 1877. En septiembre de 1877 solicita matricularse en la Universidad de Sevilla para dar inicio a los estudios de Derecho. Los estudios se prolongaron hasta el 30 de junio de 1882, en que se le otorgó el Grado de Licenciado con la calificación de sobresaliente. El tribunal, de tres miembros, estuvo presidido por D. Francisco de Borja Palomo, el autor de la Historia crítica de las riadas o grandes avenidas del Guadalquivir en Sevilla. En la Guía de Sevilla de 1883 Valdenebro aparece ya con la mención de abogado.


Por el expediente conservado en el Archivo General de Andalucía sabemos que simultaneó los estudios jurídicos con sus primeros pasos en la carrera administrativa. En mayo de 1879 fue nombrado “auxiliar sin sueldo” en el Archivo de Indias; en enero de 1880 “escribiente temporero” del Ministerio de Ultramar, con una gratificación anual de 1.250 ptas., con destino en el citado Archivo; en agosto de ese año fue ratificado como “escribiente segundo” en la sección de contabilidad, con el mismo sueldo, hasta que fue declarado cesante en junio de 1881.

 

Su afición por los libros debió de manifestarse pronto, orientándole desde sus años mozos a un campo de estudios que finalmente sería el suyo también en el terreno profesional: la bibliografía. Algunos de sus libros presentan notas manuscritas que confirman esta vocación temprana. Así, su ejemplar de las Memorias literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Tomo Primero, lleva en la anteportada esta nota bien expresiva de los intereses del dedicatario: «Al entusiasta anticuario D. José Mª de Valdenebro y Cisneros, recuerdo de un primo, Mariano, Seuilla 7 Mayo 1882». Otra nota consignando que uno de sus libros es un regalo de D. José Vázquez y Ruiz en julio de 1886, ya nos dice mucho sobre la vinculación de Valdenebro con los ambientes literarios y eruditos de la ciudad por esas fechas.


En el panteón que nos ocupa encontramos inhumados a los concesionarios primitivos del mismo, D. José Mª Cisneros y Lanuza, su esposa Dña. Manuela de Nuevas Cotiella, algunos de sus hijos y demás familiares. Igualmente hemos de mencionar que en las lápidas de dicho panteón se hace mención a la memoria de otros familiares que quizá no estén enterrados en el mismo, así como miembro de la familia que han sido trasladados a la Cripta de la Santa Caridad.