Jardines de Murillo

Nombre: Jardines de Murillo

Tipo: Jardín de Distrito

Distrito: Casco Antiguo

CP: 41001

Situación: Entre calle Nicolás Antonio, Plaza de Refinadores y Jardines de Catalina de Ribera

Acceso: líneas 1, 5, 21, C3 y C4

Superficie: 8500 m²

Descripción:

La que fuera Huerta del Retiro, perteneciente al Alcázar, había perdido parte de su superficie como consecuencia de la donación a la ciudad  efectuada en  1862 para ampliación de la Feria que se instalaba en el antiguo Prado de San Sebastián, terrenos utilizados  más tarde para trazar el Paseo de Catalina de Ribera. Con posterioridad se demandaron nuevos terrenos pertenecientes a la huerta –patrimonio real- con el objeto de conectar el barrio de Santa Cruz con el arrabal de San Bernardo donde se construiría la  nueva estación ferroviaria, unión imposibilitada por el muro que desde los jardines y huertas de los Alcázares,  cerraba el barrio  hasta la actual plaza de Refinadores y la calle Cano y Cueto. La demanda no fue atendida hasta 1911 cuando el propio Alfonso XIII  haría posible la cesión. Es entonces cuando se construye el nuevo muro de cerramiento de los jardines del Alcázar, desde el callejón del Agua hasta el Paseo de Catalina de Ribera, tal y como hoy lo vemos. Al arquitecto Juan Talavera y Heredia, que intervendría también en el Paseo, se le encarga dar forma al nuevo espacio incorporado a la ciudad.  Ahí surgen  estos jardines.

Los jardines del Retiro, como se les conocería inicialmente, carecerían de diseño hasta que, en 1915 Juan Talavera ejecutara el diseño que ha llegado a nuestros días. Será en 1918 cuando, a petición del director del periódico El Liberal,  se les de  el nombre de Jardines de Murillo debido a que el pintor fue enterrado en la iglesia que estuvo en la cercana plaza de Santa Cruz. En 1976 fueron completamente pavimentados mediante combinación de losas y enchinado y, posteriormente, se cerraron con una verja adornada con trepadoras. De 1976 es también el aspecto que presenta  la plaza de Refinadores y el monumento a D. Juan Tenorio obra del escultor sevillano Nicomedes, rodeado por airosas palmeras.

Situados a continuación del Paseo de Catalina de Ribera, en la antesala del Barrio de Santa Cruz, el diseño de los jardines responde al que pudiera denominarse estilo sevillano , en las que pequeñas glorietas con fuentes articulan el espacio y en el que el ladrillo y la cerámica son destacados protagonistas acompañados por una vegetación contenida en los arriates que aquéllas definen.. Son precisamente las calles que llevan al famoso barrio, las que definen en sus cruces con varios paseos transversales los cuadros de vegetación que podremos ir encontrando alrededor de las glorietas.

El recorrido por los jardines comienza en los límites con los de Catalina de Ribera, junto al  muro que los separa de los Alcázares. Al entrar nos encontramos –en la esquina de la calle Maternal- con dos enormes Ficus, uno de ellos, el más grande, es un árbol de las lianas  (Ficus macrophylla) caracterizado por sus raíces aéreas que cuelgan desde sus ramas hacia el suelo. Bajo los dos Ficus encontramos naranjos, celestinas (Plumbago auriculata) y un magnolio (Magnolia grandiflora). Pasamos de allí a la primera glorieta en la que podemos observar sus parterres resueltos con acacias, laureolas, damas de noche (Cestrum nocturnum), budleyas amarillas, justicias (Justicia adhatoda), etc., siendo la mayor parte de los setos de bonetero (euonymus japonicus).

Si vamos hacia el limite de los jardines con el barrio de Santa Cruz, pasamos por dos glorietas en las que nos encontramos con especies como pitosporos (Pittosporum tobira), palmeras canarias (Phoenix canariensis), washingtonias, margariteros, durillos, robinias, espireas, aligustres y en el muro de separación con el  Alcázar una parra virgen (Parthenocissus quinquefolia). Cerca se encuentra la Glorieta del pintor García Ramos realizada en 1923 según planos de Juan Talavera a iniciativa de sus principales discípulos,  camino de la cual, y tras bajar unas escalinatas, vamos encontrándonos con celestinas, naranjos, sauzgatillos, latanias y setos de boj.

Al alcanzar la glorieta del pintor, recientemente restaurada encontramos celindas, justicias (Justicia adhatoda), tuyas, nandinas (Nandina domestica), una abelia, un viburno, una mahonia (Mahonia japonica) de flores amarillas y varias especies más que nos van conduciendo hacia la plaza de Refinadores. En el camino hacia ella iremos encontrando madreselvas y llegando a la misma, malvaviscos, almeces, palmeras, sóforas,  aligustres y una robinia, acompañados en el verano por la intensa fragancia de jazmines y damas de noche que hacen de este lugar, presidido por el eterno personaje de Zorrilla uno de los más clásicos rincones sevillanos.