24.-Rotonda del Cristo de las Mieles, Cripta D. Antonio Susillo

 

Rotonda del Cristo de las Mieles

 

En el trazado original del cementerio, sería el lugar destinado a levantar la capilla de la necrópolis. Pospuesta su construcción en repetidas ocasiones, se marcó el emplazamiento con una cruz. Con las reformas entre 1895 y 1900 el Ayuntamiento adquiere la escultura de Susillo, que se instaló en un “Gólgota” trazado por D. José Sáez López. A sus pies la sepultura del escultor, que trajo problemas por las circunstancias de su muerte.


D. Antonio Susillo desempeñaría su trabajo durante la segunda mitad del siglo XIX, desarrollando sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de París y Roma. Sería el pintor D. José de la Vega quien descubriera el talento del joven artista, impartiéndole sus primeras lecciones de dibujo. Tal era su facilidad creativa que obtuvo numerosos premios, como los segundos de la Exposición Nacional de 1887 y 1890, y las medallas de bronce y de plata en las Exposiciones Universales de París de los años 1889 y 1890, respectivamente. Se iniciaría con obras de estilo clásico, pasando también por el costumbrismo, hasta llegar a su plenitud en la que consigue una estética modernista. Su trabajo estuvo centrado en la escultura pública con ejemplos como el Monumento a Luís Daoíz situado en la Plaza de la Gavidia en Sevilla, la Galería de Personajes Ilustres del Palacio de San Telmo y el Monumento a Miguel de Mañara en los jardines de la Caridad.


D. Antonio Susillo fue enterrado el 23 de diciembre de 1896 en una sepultura de primera clase en el número 83 de la calle Virgen María, pese a su condición de suicida. El día 22 de diciembre de 1896, víctima de una gran depresión por diversas causas, se dio un pistoletazo debajo de la barba en las inmediaciones de San Jerónimo, en el km. 125 de la línea férrea de Córdoba. Para poder recibir cristiana sepultura, la certificación de su defunción fue alterada, aportando como causa de la muerte hemorragia cerebral. Dichos datos se conocen porque se encontraron entre sus pertenencias dos tarjetas dirigidas, una a su esposa, Dña. María Luisa Huelin, en la cual le pedía disculpas por lo poco rentable de su profesión, y la otra dirigida al Sr. Juez en la que decía que se suicidaba y que nombraba como única heredera a su esposa.


Sus restos fueron trasladados el 22 de abril de 1940, a la cripta situada bajo el calvario sobre el que se yergue el Cristo de las Mieles.

 

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Sepultura de Antonio Susillo

 

Crucificado realizado hacia 1895 en bronce sobre cruz del mismo material que presenta un tratamiento escultórico que la hace parecer madera, al que la leyenda cuenta que Susillo se esmeró en su realización, ya que en el momento del encargo se encontraba endeudado, y la obra podría suponerle una mejoría económica y retomar su carrera profesional. Así, realizaría este majestuoso crucificado para el Cementerio de San Fernando, que por su ubicación actual distribuye las calles de la necrópolis. El crucificado que tallara Susillo aparece con una actitud en su rostro serena y asimilando el fatal destino que le espera, con la boca entreabierta y la mirada hacia el Padre. Aparece con la corona de espinas, que le cae sobre su cabellera ondulada, con uno de sus mechones apoyado sobre el hombro derecho y una sencilla aureola a modo de resplandor, que marca su carácter divino. El cuerpo, de una anatomía clara y marcada, aparece cubierto por un sencillo paño de pureza que deja al descubierto por completo la anatomía de su cadera izquierda, recurso este que los escultores gustaban de utilizar para demostrar sus completos conocimientos anatómicos. Lo más destacable de la imagen son sus piernas, con el pie derecho clavado en el madero vertical de la cruz y con el izquierdo en el staticum de la misma, presentando un leve cruce en las piernas marcado por los pies, los cuales aparecen clavados cada uno por separado, recurriendo al uso de cuatro clavos. En la cruz aparece clavado el título escrito en las tres lenguas, latín, hebreo y griego como cuentan las Sagradas Escrituras, utilizando el bronce como si fuera una tablilla de madera. La escultura sigue la tradición imaginera de la ciudad, pero presenta las novedades emanadas de las nuevas corrientes artísticas que se estaban dando en el resto de Europa, y es que cabe recordar las obras de Auguste Rodin, que sin llegar a estar dentro de la misma estética, si comparten materiales y el expresionismo de sus obras.

 

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Vista general del Cristo de la Mieles y detalle de la cabeza

 

D. Antonio Susillo al finalizar la obra objeto de nuestro estudio, y contemplar este detalle del cruce de los pies, se sintió angustiado, pues comprendió que había cometido un error irreparable, algo que llevó al suicidio. Sin embargo, la causa de su muerte forma parte de la leyenda sevillana, ya que en realidad el escultor contrajo matrimonio en segundas nupcias con Dña. María Luisa Huelin, mujer que le llevó a la ruina económica, lo que unido a otros problemas, le llevó a la muerte. La obra se remata con un monte de rocas a modo de Gólgota, que le dotan de altura y majestuosidad al conjunto.

 

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Detalle cruce de pies Cristo de las Mieles

 

Días posteriores a su fallecimiento, muchos visitantes observaron algo que denominaron como milagro, y es que el Cristo lloraba miel. Finalmente se pudo aclarar el asunto, afirmando diferentes estudios, que lo que manaba de la boca del Cristo era efectivamente miel, sin embargo las causas si dictaban diferentes al milagro, y es que Susillo había construido al Cristo hueco para evitar un peso excesivo, aprovechándose mencionado hueco por las abejas para instalar su colonia. Con esto, cuando el calor apretaba, unido al bronce en que el Cristo estaba realizado, la miel se derretía y salía por la boca. Debido a este episodio, el Cristo pasó a ser conocido popularmente con el nombre de Cristo de las Mieles.


Existe constancia de dos restauraciones efectuadas al Cristo de las Mieles, la primera, parece que tuvo lugar hacia 1946, y fue una intervención de urgencia. Dicha intervención se documenta con una firma en la cruz del Cristo que reza a nombre de Ávila. Al parecer dicha restauración fue insuficiente por lo que tuvo que ser intervenido nuevamente. La segunda restauración de la que tenemos datos es de la realizada entre 1984 y 1985, en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, a cargo del equipo formado por D. Francisco Arquillo Torres, D. Joaquín Arquillo Torres, Dña. Silvia Patricia Martínez, D. Juan Abad junto con la colaboración de algunos estudiantes de la Facultad.


Entre los meses de noviembre de 2014 y marzo de 2015, se ha sometido al Cristo de las Mieles a una restauración integral que le ha devuelto su estabilidad y lo ha acercado a su aspecto original, despojándolo de los añadidos de hiedras que presentaba ocultando el Gólgota pétreo. Para ello se efectuó un estudio de las patologías y ataques biológicos que presentaba para acometer los trabajos necesarios. La intervención ha corrido a cargo de un equipo dirigido por D. José León Calzado.

 

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