POLÍGONO NORTE-EL VACIE-LA BACHILLERA
La historia de este barrio se remonta al distrito Macarena y está ligada a la ocupación de antiguas huertas durante las décadas de los años 60 y 70. Este proceso coincidió con el desarrollo industrial de Sevilla y con la llegada de muchas personas procedentes de zonas rurales, que migraron en busca de mejores oportunidades. La zona abarca los barrios de Polígono Norte, La Bachillera y el asentamiento chabolista de El Vacie, que forma parte del barrio Los Príncipes-La Fontanilla.
El barrio del Polígono Norte fue creado como una promoción pública para el realojo de personas que vivían en infraviviendas. Es un barrio obrero y multicultural, donde conviven vecinos y vecinas de distintas culturas, niveles sociales y situaciones económicas. La Bachillera, que pertenece al Distrito Norte de Sevilla, tiene alrededor de 1.400 habitantes. Es una zona con una renta media por hogar muy baja en comparación con la media nacional, y presenta altas tasas de desempleo.
Por su parte, El Vacie está formado por un conjunto de infraviviendas, entre chabolas y casas prefabricadas. Desde los años 50, muchas familias en situación de extrema pobreza, procedentes del campo, se asentaron allí. A día de hoy, sigue habiendo conflictos multiculturales y cierto rechazo por parte de los barrios vecinos. Las principales preocupaciones de esta población son el desempleo y la falta de acceso a la educación. Sus medios de vida suelen estar ligados a ayudas sociales, economía sumergida y venta ambulante, todos ellos marcados por la precariedad. Actualmente, el Ayuntamiento de Sevilla ha iniciado un proceso participativo con las familias del Vacie, con el objetivo de llegar a acuerdos que permitan erradicar el asentamiento y facilitar la inclusión social de sus habitantes.
Un total de 8.459 personas residen en la zona Polígono Norte-El Vacie- La Bachillera, de las cuales 4.344 son mujeres y 4.115 son hombres. En esta zona desfavorecida, la mayoría de la población se encuentra en edad laboral. El 67% de los residentes tiene entre 16 y 64 años. Por otro lado, el 18% corresponde a personas mayores de 65 años, mientras que solo el 15% son menores de 16 años. En cuanto a la nacionalidad de los residentes, el 12% de la población de esta zona es de origen extranjero. Dentro de este grupo, el 49% son mujeres y el 51% hombres.
Esta zona presenta un nivel socioeconómico muy bajo, con un alto índice de desempleo relacionado con la baja cualificación profesional de gran parte de la población. También se observa un escaso compromiso hacia la formación profesional y la búsqueda activa de empleo. Muchas familias que reciben el Ingreso Mínimo Vital muestran poco interés en participar en procesos formativos o en incorporarse al mercado laboral. Por otro lado, las personas que sí están activas laboralmente suelen tener empleos muy precarios, y una parte significativa de la población trabaja en la economía sumergida, sin estabilidad ni derechos laborales.
En el ámbito sociofamiliar, se observa un elevado número de familias desestructuradas y con múltiples problemas. Muchas de ellas presentan dificultades para resolver conflictos, carecen de habilidades parentales adecuadas y tienen problemas para establecer límites y normas dentro del hogar. También se detecta la presencia de menores en situación de riesgo, así como un número alto de familias monomarentales que cuentan con muy poco apoyo en la crianza de sus hijos e hijas. Todo esto genera situaciones de gran vulnerabilidad y riesgo de exclusión social.
En esta zona también hay importantes desigualdades de género. Muchas mujeres tienen serias dificultades para conciliar la vida personal y laboral, ya que asumen en mayor medida las tareas de cuidado y crianza de sus hijos e hijas. Esto limita sus posibilidades de acceder al mercado laboral en condiciones dignas. Además, se registran casos de violencia de género que afectan tanto a mujeres adultas como a adolescentes. Estas situaciones empeoran más la exclusión social y la desigualdad que sufren muchas mujeres en el barrio.
La zona de Polígono Norte - El Vacie - La Bachillera registra un alto porcentaje de absentismo escolar, lo que conlleva un alto nivel de fracaso académico. El abandono temprano de los estudios es muy común, especialmente después de finalizar la educación primaria, y se percibe como una práctica normalizada. Esto limita gravemente las oportunidades profesionales de los menores en el futuro. La implicación de las familias en el proceso educativo es baja, principalmente debido a la falta de valores y referentes que prioricen la educación. Además, en algunas áreas concretas se han detectado altos niveles de conflictividad y violencia escolar, especialmente en la etapa de Educación Secundaria. También se observa un aumento de los conflictos entre iguales, con situaciones de violencia relacional dentro del entorno escolar.
En el ámbito de la vivienda, la zona presenta una problemática muy amplia. Muchas viviendas están en mal estado, con signos de deterioro y condiciones de insalubridad. Además, es frecuente el hacinamiento, ya que varias generaciones de una misma familia o distintas familias inmigrantes comparten el mismo espacio para poder afrontar los gastos. También destaca el alto número de ocupaciones de viviendas y el aumento de desahucios, ambos vinculados a la situación de precariedad que afecta a la población. A esto se suma la falta de documentación legal en muchos contratos de alquiler y la existencia de irregularidades en los empadronamientos, lo que dificulta aún más el acceso a derechos y servicios básicos.
En la zona conviven distintos grupos de población, entre ellos personas de etnia gitana e inmigrantes, tanto en situación regular como irregular. Estos grupos tienden a concentrarse en áreas específicas del barrio, lo que refuerza la separación entre comunidades. Las diferencias culturales y la escasa tolerancia entre algunos sectores generan conflictos vecinales y dificultades en la convivencia diaria. La falta de cohesión social representa un reto importante para la integración y la armonía comunitaria.
En el ámbito de la salud, hay múltiples problemáticas. Se han identificado hábitos de vida poco saludables entre menores, adolescentes y jóvenes, así como una escasa planificación familiar que conlleva prácticas de riesgo. También hay un alto nivel de consumo de alcohol, drogas y otras adicciones, especialmente en la zona de la Calle Hermano Pablo, aunque estas situaciones se están extendiendo a barrios cercanos. Estas dificultades están relacionadas con la falta de formación en promoción de la salud. Además, se observa un aumento de los problemas de salud mental, tanto en menores como en adultos. En muchos casos, no existe un diagnóstico adecuado, lo que impide que las personas afectadas reciban el tratamiento necesario desde los servicios de Salud Mental.
En la zona existen importantes problemas de seguridad y vandalismo, lo que hace necesaria la presencia constante de dispositivos que garanticen la seguridad vecinal y fomenten una convivencia pacífica e intercultural. Además, se han detectado casos de delincuencia organizada que agravan la situación. La participación activa en actividades culturales y sociales es muy limitada. En zonas como El Vacie o La Bachillera, se observa una falta de habilidades sociales para la resolución de conflictos y la mediación, lo que genera un alto nivel de conflictividad vecinal y un deterioro progresivo de los espacios comunes. También hay una escasa oferta cultural y pocas alternativas constructivas para el ocio y el tiempo libre. Los recursos públicos y privados son insuficientes en cuanto a infraestructuras deportivas, plazas y otros espacios comunitarios, en relación con la población total de la zona. El trabajo en red entre entidades, aunque valioso, suele ser limitado en el tiempo, ya que depende de subvenciones. Esto provoca interrupciones en los procesos de acompañamiento a familias y a la comunidad. Por último, la estigmatización de algunas partes del barrio refuerza la imagen negativa del entorno, incluso entre los propios vecinos y vecinas. Esta percepción se ve agravada por la falta de referentes positivos visibles en determinados colectivos.
El Vacie es un asentamiento chabolista que presenta una situación de exclusión social severa, marcada por una vulnerabilidad histórica, valores culturales rígidos y una gestión deficiente de los recursos. En el ámbito del empleo, la mayoría de la población carece de habilidades laborales y formación básica, lo que les lleva a depender de la economía sumergida, con trabajos como la venta de chatarra, aparcacoches o mercadillos. En el plano sociofamiliar, se observan matrimonios tempranos, menores en situación irregular, normalización del machismo y de la violencia de género, así como una fuerte resistencia a la autoridad y escasa expresión emocional entre adolescentes. En educación, el absentismo y el fracaso escolar son muy elevados, con un abandono temprano de los estudios y una baja implicación familiar, lo que limita gravemente las oportunidades de futuro. En cuanto a la salud, las condiciones de vida son extremadamente insalubres, con escasa prevención, consumo precoz de sustancias, problemas de salud mental no tratados y un uso casi exclusivo de los servicios de urgencias. Muchas personas no tienen tarjeta sanitaria ni seguimiento médico adecuado. Por último, las viviendas son infraviviendas en condiciones extremas, aunque se están llevando a cabo procesos de realojo en otros barrios mediante viviendas públicas en régimen de alquiler social.
En una zona de La Bachillera se encuentra el Edificio CREA, un espacio para la formación en autoempleo y emprendimiento. También destaca la Estrategia EDUSI, que ha impulsado la dinamización social, la rehabilitación urbana y la mejora de espacios públicos y centros educativos. Los procesos de realojo de familias del asentamiento de El Vacie son especialmente relevantes, ya que incluyen acompañamiento social y mediación comunitaria para facilitar su integración. En cuanto a servicios, la zona cuenta con los Centros de Servicios Sociales de Polígono Norte y San Jerónimo, así como espacios modulares en El Vacie y equipos de intervención social. Existe una sólida trayectoria de trabajo en red a través de mesas estratégicas de empleo, salud y educación. Entre los equipamientos públicos destacan centros de salud, instalaciones deportivas, el Centro Integral de Atención a la Mujer, el Centro de Día para Adicciones, el Centro de Acceso Público a Internet gestionado por ARETE, y el Parque Empresarial Nuevo Torneo. Además, la zona cuenta con espacios verdes como el Parque El Campillo y el Parque Escuela Aprendices de Renfe, así como con el Mercado de Abastos de San Jerónimo. Está bien conectada con el centro de la ciudad gracias a un apeadero de tren. Varias entidades sociales desarrollan su labor en el territorio, como Cáritas, Asociación Estrella Andaluza, Rutas de Sevilla, Manos Abiertas con Norte, Arete, CIMA y Humanos con Recursos, entre otras.