Sevilla a través de la Colección de Postales del Archivo Municipal
En casi todos los Archivos, sobre todo en los que han tenido una intensa actividad archivística, es frecuente la existencia de agrupaciones documentales no convencionales o facticias, es decir compuestas por elementos que por diversos motivos se ha decidido separar de sus ubicaciones originales para conservar en lugares especiales. Entre ellos podemos mencionar mapas, planos, sellos, carteles, objetos especiales, fotografías y postales. Como es fácil suponer las postales no son propiamente documentos en sentido administrativo sino instrumentos de comunicación en papel, compuestos de elementos figurativos y textuales. Realmente se trata de ediciones impresas, en blanco y negro o color, con indicaciones de dirección, un texto muy breve y un sello postal. En algunas ocasiones se añadían y se cosían a los expediente administrativos, ya que la postal no deja de ser un peculiar medio de comunicación escrito, una especie de telegrama con imágenes. En los dos tipos los textos son extremadamente breves: solo había espacio para expresiones verbales muy concisas (un saludo, una comunicación, una decisión) contenidas en unas pocas palabras.
En el Archivo Municipal de Sevilla se cumplen prácticamente todas las notas indicadas. Aunque no podemos precisar cuando comenzaron a coleccionarse las postales, suponemos que debió hacerse en los años 30 del siglo XX siguiendo las prácticas archivísticas de la época, que rompían el orden originario de los documentos y expedientes para formar esas colecciones o agrupaciones facticias de las que hablábamos antes. A ese origen inicial con el tiempo se fueron añadiendo otras procedencias, sobre todo donaciones (de las que apenas hay constancia), adquisiciones por compra (en especial en las ferias del libro antiguo) o las procedentes se las transferencias documentales del propio Archivo (Alcaldía, Asuntos Especiales, Protocolo, Fiestas, Centro Municipal de Documentación Histórica). El conjunto de postales que ha llegado hasta nosotros suma un total de 710 unidades (684 +26 duplicados), recientemente inventariados.
En esta exposición se ha seleccionado un grupo de postales que hemos considerado representativo de un número bastante elevado de elementos. En primer lugar, debemos resaltar las postales con imágenes de Sevilla, que suponen la gran mayoría. Alcázar y Catedral-Giralda son los grandes objetivos fotográficos, seguidos de la Casa de Pilatos y de los grandes monumentos de la capital hispalense (como Ayuntamiento, Hospital de los Venerables o Palacio de San Telmo). Otra agrupación de gran interés es la relativa a las fotografías de los edificios e instalaciones de la Exposición Iberoamericana de 1929 y una tercera con imágenes de carácter costumbrista, definiendo eso que se ha dado en denominar “tipos andaluces”, incluyendo poses con trajes típicos, patios y balcones, cantes y bailes, toros y capeas. Llama la atención la escasa presencia del mundo de la Semana Santa. Ya fuera del círculo urbano de Sevilla hay postales de Granada, Écija, Carmona, Algeciras, Córdoba, Cádiz, Melilla, Barcelona y una serie específica dedicada a los carteles de las fiestas primaverales y a las incidencias de la guerra de África.
Aunque esta colección no tiene una estructura sistemática, sí es cierto que su diversidad nos permite no solo apreciar los contenidos textuales mencionados sino también aproximarnos a la producción de notables fotógrafos que trabajaron en Sevilla desde principios del siglo XX como Roisin, Serrano o Arenas, cuyo trabajo era comercializado por empresas editoras como Mumbrú o Zerkowitz en Barcelona, o Abelardo Linares, Tomás Sanz o Eulogio de las Heras en Sevilla. En definitiva, las modestas postales, objetos casi mágicos, tan familiares como entrañables, reúnen –o pueden reunir- mucha más información de la que pudiera pensarse en un principio como testimonio de las épocas en las que fueron impresas y en las que circularon como objetos postales. Las postales debemos considerarlas como la generalización y la popularización de la fotografía: los decimonónicos álbumes de vistas acaban convirtiéndose en postales volanderas, modestas pero llenas de encanto.