Parque de los Príncipes

Nombre: Parque de los Príncipes

Tipo: Parque urbano

Distrito: Los Remedios

CP: 41011

Situación: entre Avda. Blas Infante, calle Santa Fe, calle Virgen de la Oliva y Avda. Alfredo Kraus

Acceso: líneas: 5, 6, 41, C1 y C2

Superficie: 108000 m²

Descripción:

Ya en los años sesenta, se habían hecho plantaciones en el área que ocupa el parque pero no prosperaron. En 1970 se realizan las primeras obras de acondicionamiento del terreno, una vez decidida la creación del parque, comenzándose su construcción en 1972 y terminándose en sólo un año. Costó 34 millones de pesetas de la época.

El parque se inauguró en abril de 1973 y debe su nombre a los entonces Príncipes de España Don Juan Carlos y Doña Sofía, hoy reyes eméritos. En su diseño y construcción intervinieron el arquitecto D. Luis Recasens, el aparejador D. José Lupiáñez y el jardinista D. José Elías.

Su apertura supuso una gran novedad para la ciudad por diversos aspectos y circunstancias. Se trataba del primer gran parque tras la ya lejana inauguración del Parque de María Luisa, que era hasta ese momento, el parque por antonomasia de la ciudad y que, a falta de otras zonas verdes equiparables, se le llamaba simplemente "el parque".

Era también la primera gran zona ajardinada que se construía al otro lado del río, siendo consecuencia además de las directrices del nuevo urbanismo y de su planeamiento: se trataba de poner en práctica la necesaria dotación de zonas verdes en los nuevos núcleos de población que iban surgiendo en la ciudad y de los que era muestra el populoso barrio de Los Remedios. A éste, junto a la zona sur de Triana, iba especialmente destinado el parque, ya que ambos carecían de zonas verdes.

Además su diseño suponía también una novedad. Frente a una ciudad acostumbrada a un concepto clásico en la jardinería de sus plazas y en el parque de María Luisa, el de Los Príncipes proponía una nueva forma de entender las zonas verdes que rompía con lo hasta entonces tradicional.

No se trataba de un parque concebido en torno a parterres o arriates con cuidados recortes mediante setos. Tampoco partía de grandes perspectivas modeladas mediante poderosas alineaciones arbóreas que supusieran la creación de ejes de composición que sirvieran de guía para el resto del diseño. La glorieta, íntima relación entre la arquitectura, la escultura y la vegetación, que durante años había sido la base del tejido de la jardinería tradicional de la ciudad –y del que era elocuente ejemplo el parque de María Luisa- desaparecía para dejar paso a un diseño mucho más libre y  confiado casi en exclusiva al manejo de la vegetación.

Desaparecieron prácticamente los paseos rectos para proponerse sinuosas y curvilíneas sendas que permitían adentrarse y atravesar grandes praderas de césped, donde se distribuía con soltura y libertad la vegetación. El estilo paisajista o naturalista se oponía al racional diseño al que la ciudad nos tenía acostumbrados desde hacía años. Incluso, la necesaria presencia del agua abandonaba su confinamiento en estanques de formas regulares para tomar la de una laguna irregular de marcado corte paisajista.

Dentro del conjunto pueden diferenciarse distintas zonas con características propias. Una de ellas es la antigua rosaleda, formada por diversos círculos de distinto radio que dan forma a sendas peatonales pavimentadas. Las circunferencias así delimitadas se convierten en las zonas de plantación. Una pérgola de hormigón en forma de “ese” une los dos mayores, Cuando se inauguró, contaba con cerca de seis mil rosales de unas 250 variedades procedentes de todo el mundo. Se inspiraba en otras que existían en el parque de la Téte d´Or de Lyon, en la Bagatelle de París o en el mismo Parque del Oeste de Madrid. Se plantaron variedades conseguidas por rosalistas españoles como Camprubí o Dot, y otras de procedencia extranjera. La propia pérgola se vestía con rosales trepadores ya conocidos como P. S. Dupont, Mme. A Meilland, etc. El conjunto, de gran vistosidad, sufrió los avatares del tiempo y se perdió. Con posterioridad se proyectó su nueva plantación con objeto de recuperar el esplendor perdido.

Otra de las zonas singulares del parque es la destinada a exhibiciones, constituida por una gran pradera de césped (que fue sustituida por una pista de albero), junto con una tribuna dotada de gradas para presenciarlas. Fue el propio ayuntamiento el que, iniciadas las obras del parque, decidió sobre la marcha su construcción con objeto de realizar allí exhibiciones ecuestres, sobre todo en los días de la Feria de Abril, que también entonces estrenaba nueva ubicación junto al parque.

La laguna o estanque constituye otra porción característica de esta gran zona verde. Adopta una forma alargada con un estrechamiento que permite cruzarla mediante un puente, para volver a ensancharse, conteniendo una isleta  en su interior a la que no se tiene acceso. Un pequeño arroyo en forma de suave cascada, al que acompañaba un jardín de vivaces y rocalla, servía originariamente para componer un torrente que vertía agua a la laguna. En sus principios el parque albergó una fauna constituida por pavos reales a semejanza de los que existían en el de Maria Luisa y una pareja de cisnes. También patos que primeramente fueron traídos por particulares. Por último, existe una amplia zona para juegos infantiles que tuvo en su origen una pequeña piscina de chapoteo, convertida hoy en arenero para juegos. A ella se accede casi de inmediato, una vez se entra en el parque por la que puede considerarse como entrada principal, situada frente a la calle Virgen de Luján y que se encuentra precedida por una pequeña rotonda.

En el año 1992, con motivo de la Exposición Universal de Sevilla, el Ayuntamiento de Viena donó a la ciudad de Sevilla una completa instalación de juegos en este parque, que fue reinaugurada el 21 de marzo de 2003 con la completa renovación de los mismos. Una fuente estanque y una de beber construida con un mosaico de trozos de cerámica fueron construidos con tal ocasión.

Desde Noviembre de 1998 el parque cuenta con una glorieta dedicada a la poetisa sevillana María de los Reyes Fuentes.

La vegetación del parque es muy variada. Debe destacarse la colección de cítricos existente junto a la antigua rosaleda,  que es única en la ciudad y que contiene variedades poco frecuentes en jardinería. Además de los tradicionales naranjos amargos (Citrus aurantium var. amara) encontramos bergamota (Citrus aurantium var bergamia), limoneros comunes (Citrus limon), limoneros matizados (Citrus limon var. variegata), naranjos morunos (Citrus myrtifolia var. macrophylla) y otros como el calamondín (Citrus x citrofortunella mitis), el naranjo espinoso (Poncirus trifoliata), el nagami Kumquat (Fortunella maragarita) o el kumquat del desierto (Eremocitrus glauca).

En el resto del parque crecen numerosos árboles y arbustos. Unos en el interior de las  praderas y otros flanqueando las sendas: tipuanas (Tipuana tipu), jacarandas (Jacaranda mimosaefolia), arces negundo (Acer negundo var violaceum) y arces matizados (Acer negundo var. aureovariegatum), cedros del himalaya (Cedrus deodara), falsos pimenteros (Schinus molle), numerosas palmeras, etc., hasta 83 variedades distintas. Conviene destacar entre los arbustos el dasilirio (Dasylirion serratifolium) planta de origen mexicano que en la ciudad sólo se puede encontrar aquí.