Plaza de América
Nombre: Plaza de América Distrito: Sur CP: 41013 Situación: entre Avda. de Portugal, Avda. de la Borbolla, Avda. de Eritaña, Paseo de las Delicias y Avda. de María Luisa. Acceso: Líneas 1, 6, 30, 31, 33, 34, 37, C1 y C2 Descripción: Fue proyectada y dirigida por el arquitecto Aníbal González y Álvarez-Osorio (1876-1929). Se inauguró en 1916 y está rodeada de una calzada oval para el tránsito rodado y por el Palacio de Arte Antiguo (hoy Museo de Artes y Costumbres Populares), el Pabellón Real y el Palacio de Bellas Artes (actualmente Museo Arqueológico). En estas edificaciones, primeras de la Exposición Iberoamericana de 1929, Aníbal González reunió los tres estilos históricos considerados por el como básicos: renacentista (Palacio de Bellas Artes), gótico (Pabellón Real), y mudéjar (Palacio de Arte Antiguo). En su centro hay un bello estanque salpicado de nenúfares con un alto surtidor central rodeado por magníficos candelabros de hierro forjado. Aparecen en esta plaza las Glorietas de Cervantes, en cuyos bancos de azulejos se reproducen pasajes del inmortal Quijote y la Glorieta dedicada a Rodríguez Marín. La jardinería de la plaza, reformada en diversas ocasiones, está compuesta principalmente por un trazado de parterres geométricos enmarcados con setos de evónimo (euonymus japonicus), dentro de los cuales están plantadas diferentes variedades de rosales. Altas y esbeltas palmeras complementan el conjunto. En uno de sus extremos, las palomas blancas, internacionalmente famosas, se concentran ante cualquiera que les facilite algo de comida. ¿Quién no tiene en Sevilla una fotografía con las palomas del Parque de María Luisa? Es también punto de parada tradicional de los coches de caballos sin duda el medio ideal de transitar y conocer el Parque. Entre la vegetación que adorna la plaza merece destacar el conjunto de árboles del amor (Cercis siliquastrum) el de jaboneros de la China (Koelreuteria paniculata) y las altas y esbeltas palmeras datileras (Phoenix dactylifera). El Jabonero de la China, también conocido como árbol de los farolillos o de los faroles, debido a la imagen que presentan sus numerosos y característicos frutos cuando el árbol ha perdido sus hojas, ofrece una vistosa y densa floración en verano. El árbol del amor es originario de la zona oriental del mediterráneo, y según la tradición, Judas se ahorcó en uno de ellos; por este motivo también se le conoce como árbol de Judas. También recibe los nombres de árbol de Judea o ciclamor. Es de hoja caduca con las hojas de forma de corazón. A comienzos de la primavera, antes de salir las hojas, se llena de flores rosa sobre las ramas. Los frutos son legumbres que se oscurecen paulatinamente permaneciendo en el árbol durante todo el invierno. El Pabellón Real debe su nombre a haber sido proyectado para albergar las Colecciones Artísticas de la Casa Real, que figuraron en la Exposición Iberoamericana de 1929. Se terminó de construir en 1916 y su estilo se halla inspirado en el gótico flamígero. Obra como los demás edificios de la Plaza de América, del arquitecto Aníbal González (1876-1929) está construido sobre gradas de piedra y precedido de un espacioso atrio con asientos, basamentos de farolas y seis pedestales de ladrillo tallado sobre los que van sendas águilas en piedra artificial, obra del escultor sevillano José Ordóñez, que sostienen los escudos de otros tantos estados de la Monarquía española: Señorío de Vizcaya, Reino de España, Ducado de Borgoña y Toscana, Señorío de Molina y Reino de Jerusalén. El palacio es obra de ladrillo, con crestería de cerámica blanca y azul, zócalos de alicatados, frisos y yeserías y artesonados de madera policromada. Los altos zócalos del amplio vestíbulo, con cuadros cerámicos alusivos a la Orden de Montesa, fueron pintados por Gustavo Bacarisas y en los demás salones lo fueron por los más destacados pintores y ceramistas del momento. Exteriormente y a nivel del plano de la Plaza, el Pabellón Real se halla rodeado por estanques con juegos de agua que contornean el edificio. Son de destacar también unas interesantes muestras de cerámica hueca en su fachada. En la actualidad este pabellón alberga oficinas de la Administración. El edificio y sus estanques están rodeados por clivias, (Clivia miniata), una herbácea de hojas verde oscuro, muy apropiada para el ajardinamiento de zonas sombrías y que florece gran parte del año con flores anaranjadas; cintas, (Chlorophytum comosum), también herbácea apropiada igualmente para zonas de sombra y muy frecuente en jardines, terrazas y balcones. Puede observarse también la presencia de un acebuche u olivo silvestre (Olea europaea var. sylvestris). Delante de su fachada principal se encuentran dos grandes jacarandas (Jacaranda mimosaefolia), de las más antiguas de la ciudad, plantadas en los años de la Exposición de 1929. También es de destacar la esbelta araucaria (Araucaria cunnighamii) que preside la Glorieta dedicada a Cervantes. El llamado hoy Pabellón Mudéjar fue terminado en 1914 y se inspira en el mudéjar andaluz, al que debe el nombre con que es conocido, aunque fue inicialmente el Palacio de Industrias, Manufacturas y Artes Decorativas o también denominado Pabellón de Arte Antiguo. De los tres edificios de la Plaza de América fue el primero en construirse, pues ya estaba terminado en 1915. Consta de dos plantas con un cuerpo central dividido en tres fajas verticales, las dos laterales coronadas por típicos miradores y la central por el característico tejaroz volado, todo ello, y especialmente las arquivoltas de sus tres puertas, profusamente esmaltadas con azulejos policromos. Tiene el edificio a los lados sendas alas terminadas en exedras con galerías bajas sostenidas por arcos peraltados. En tiempos, los salones bajos y las galerías del patio se dedicaron a exposiciones de diversos matices y en la planta alta se hallaba establecida la Hemeroteca municipal, cuyas colecciones de periódicos y revistas especialmente sevillanas, alcanzaron casi el millar de títulos. Las de más antigua fecha son unas “Noticias de Sevilla” de 1691. Son también interesantes algunos periódicos sevillanos de la época de la Guerra de la Independencia, las colecciones de los diarios de nuestra ciudad a partir de 1850 y de la Gaceta de Madrid desde 1743. Todos estos fondos fueron trasladados al Pabellón de la Madrina, en los Jardines de San Telmo y, posteriormente, a la Hemeroteca Municipal situada en la calle Almirante Apodaca. Cedido al Estado, el Pabellón Mudéjar se encuentra dedicado en la actualidad a ser sede del Museo de Artes y Costumbres Populares. Esta función como museo es muy reciente y sólo afecta a una parte del pabellón. En él prevalecen los aspectos antropológicos y etnográficos, siendo muy variadas las colecciones que contiene. La primera planta está dedicada al vestido cortesano del siglo pasado, pero también hay otros objetos interesantes como una silla de manos del siglo XVIII, un carruaje del XIX, piezas de orfebrería (joyas y toda clase de objetos de oro y plata), porcelanas, etc. La planta baja está dedicada principalmente a la exhibición de oficios tradicionales, predominando la cerámica, y aquí encontramos objetos tan curiosos como un lagar, una fragua, un horno de cocer pan, un torno de alfarero, etc. Dos buenos y altos ejemplares de cica (Cycas revoluta), presiden la entrada al Pabellón. La cica, o palma de sagú,es originaria de Asia oriental, pareciendo ser una pequeña palmera pero no lo es. Tiene un crecimiento muy lento, por lo que estos ejemplares son de una cierta antigüedad. Su nombre botánico, refleja su apariencia morfológica: “Cycas”, que se refiera a “palmas” y “revoluta”, “que se enrollan en los bordes”. En las cercanías del edificio podemos ver una tuya, Thuja orientalis, planta con la que habitualmente se forman setos, un limpiatubos (Callistemon speciosus), una dombeya (Dombeya x cayeuxii), justicias (Justicia adhatoda) y, algo más lejos, un paraíso (Melia azedarach) y un gran cedro del Himalaya (Cedrus deodora). El último edificio que se encuentra en la plaza, frente al Pabellón Mudéjar, se construyó para la Exposición Iberoamericana como Pabellón de Bellas Artes y hoy es el Museo Arqueológico. El edificio fue proyectado por Aníbal González entre 1912 y 1929 en estilo plateresco. Está distribuido en pequeñas salas, muy poco decoradas para que no distraigan la atención sobre las obras expuestas, y con unas luces indirectas o “cenitales”. Algo que hoy es normal en muchos edificios pero que en aquellos años constituyó una gran novedad, fue la construcción de un sótano que aislaba del suelo y por lo tanto evitaba las humedades. En el año 1942 se adaptó para albergar a las colecciones arqueológicas que hasta entonces habían estado en el Museo de Bellas Artes. Nació entonces el Museo Arqueológico de nuestra ciudad que, tanto por la cantidad como por la calidad de sus piezas, se encuentra entre los primeros de España, inaugurándose el 25 de Mayo de 1946 como Museo Arqueológico Provincial de Sevilla. Las colecciones más importantes y abundantes son las hispano-romanas, que proceden fundamentalmente de Itálica, aunque también provienen de Écija, Estepa, Alcalá del Río, etc., además de las procedentes de donaciones particulares. También hay restos visigodos, musulmanes y mudéjares. El edificio tiene planta elíptica en la parte central de su interior, de la que parten dos alas, en la derecha están instaladas las antigüedades ibéricas y romanas, y en la izquierda las romanas y algunas piezas medievales. En los sótanos se exponen, en diez salas, todos los restos arqueológicos de las Edades de Piedra, Bronce y Hierro, así como objetos importados por los colonizadores griegos, fenicios y cartagineses, ajuares procedentes de dólmenes de la provincia, ídolos cilindro e ídolos placa, etc. En una de estas salas se exponen diversos objetos de la cultura tartésica y, en otra, el famoso tesoro del Carambolo. Junto a su fachada principal, llaman la atención dos grandes cipreses (Cupressus sempervirens), una bonita composición basada en naranjos (Citrus aurantium) sobre parterres delimitados por setos de bonetero o evónimo y un álamo blanco. Entre los años 2002 y 2003 se restauraron los elementos arquitectónicos decorativos de la plaza, junto con las glorietas de Cervantes, de Rodríguez Morín, y la del reloj de Sol según proyecto del arquitecto D. Francisco González de Canales. |